Una de las cosas más maravillosas de esta profesión es encontrarte con personas que quieren hacer de su boda el día más mágico del mundo, sin importarle todo el trabajo que tenga que hacer para conseguirlo. Y así era Esther, la chica que después de su boda estaba triste porque ya se había terminado todo.
Y igual como planeaba cada detalle de su boda, planeaba cada detalle de sus fotos: quería un lugar de montaña, donde la luz del sol fuese especial, quería hacer algo divertido (¿qué tal globos de agua?), quería hacer algo romántico también y quería hacer algo con decoración vintage. Su boda iba a ser completamente igual: especial, divertida, romántica y con un toque vintage.
Al final nos decidimos por una zona de árboles entre Alzira (Valencia) y Xátiva (Valencia) que, aunque yo ya había estado algunas veces realizando varios reportajes, me volvió a recomendar mi compañero Rafa Requena, un gran fotógrafo de bodas de Valencia con quién he aprendido mucho. ¡Se me olvidaba! Vino con nosotros el perrito de la pareja, no les quitó ojo en toda la sesión.
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