De Esther y Borja hablé en su preboda. Decía que una de las cosas más maravillosas de esta profesión es encontrarte con personas que quieren hacer de su boda el día más mágico del mundo, sin importarle todo el trabajo que tenga que hacer para conseguirlo. Y así era Esther, la chica que después de su boda estaba triste porque ya se había terminado todo.

Esta es su maravillosa boda. Una boda planeada al detalle: encontrar el lugar perfecto (ella quería celebrar su boda al aire libre en un sitio con encanto y história como es el Huerto del Médico),  decorar la iglesia a su gusto (se casó en el mismo sitio donde se casaron sus abuelos, y aprovechó este bonito detalle para poner una mesa en la iglesia con las fotos de la boda de su abuela), quería sorprender a su novio (qué mejor manera que con uno de sus personajes favoritos, no a todas las bodas asiste un personaje de Star Wars). Todo estaba hecho al mínimo detalle: la iglesia con sus cestos con flores, el huerto decorado al más puro estilo campestre, un show cooking durante el cocktail y un candy bar vintage que me enamoró. Había muchos detalles de su infancia, recuerdos como fotografías, juguetes y objetos que para ellos fueron importantes.

Fue una boda íntima, romántica (los novios se sentaron juntos en una mesita para dos), fue una boda distinta, sin los protocolos de una sala. Una manera muy bonita de casarse.

 

 

 


 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

  

 

 

 

 

 

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