Ester y Ximo se casaron el mes de septiembre y aproximadamente un mes después, después de volver de sus viajes de novios (digo viajes porque aprovecharon muy muy bien sus merecidas vacaciones y volaron a Noruega, a Formentera y a Madrid) hicimos el postboda.
El mes de octubre es un mes maravilloso para hacer un reportaje de novios en la playa: las playas están desiertas (me acabo de acordar de una canción) y hace buen tiempo todavía. Un postboda en la playa el mes de agosto sería una tarea prácticamente imposible. Así que nos enfundamos las deportivas y nos fuimos de excursión a una de las calas más bonitas y peculiares de Jávea (Alicante). Por supuesto, acompañados de su amigo más fiel, quién disfrutó correteando por la playa con su pajarita azul.
Durante el trayecto recordamos al completo el día de su boda. ¡De cuantas cosas se puede acordar un fotografo de bodas…! (bueno, al menos yo). Pequeños detalles que se les escapan hasta a los propios novios. Y me contaron su viaje de novios en Noruega (¡Que envidia!) y como Ester se hizo un tatuaje para no olvidar nunca esta experiencia. En el coche, hablamos también de como íbamos a realizar el postboda: íbamos a pasear, a descubrir rincones y a disfrutar del paisaje. Y mientras, yo iría haciéndoles fotos.
Por cierto, fijaros en el detalle que Ester llevaba en sus zapatos de novia (en la última foto).
Comparto absolutamente tu opinión. Sin duda hay que tener todo esto muy en consideración.