Tengo que decir que estoy muy agradecida a Adrian y Tamara, por llevarme a este maravilloso sitio y por no perder las ganas de hacer el postboda. Muchas parejas les da pereza volverse a vestir, volver a quedar otro día para hacer las fotos… Pero, ¿de verdad es tanto trabajo? Es algo que nunca más se va a repetir, y tener estas fotos con vuestros vestidos, que posiblemente nunca más utilicéis, con lo guapos y guapas que estáis, creo que SÍ MERECE LA PENA.
Nosotros tuvimos un pelín de mala suerte, pero al final mereció la pena madrugar, pasar frío y caminar un ratito para conseguir estas imágenes tan bonitas. TenÍamos la mala suerte de quedar siempre en días que terminaba lloviendo, teníamos que aplazar la sesión y poner otro día (así nos ocurrió un par de veces). Al final, un día dejó de marcar lluvia, bueno, estaba nublado, no podríamos ver el amanecer, pero después de levantarnos bien temprano y hacer bastantes kilometros, y perdernos un poco por la zona (todo sea dicho), llegamos al lugar escogido por Adri y pudimos hacer el postboda.
Adrian, como buen corredor de montaña, conocía este sitio y tenía clarísimo desde la primera vez que habló conmigo que el postboda lo quería hacer alli. Así que fuimos los tres, con cara de sueño pero con ilusión (y la ilusión lo puede todo, hasta el frío que pasó Tamara que aguantó como una campeona). Y se nos quedaron estas fotos tan distintas y originales.
Las fotos de su boda y de su preboda también las podéis ver.